Hemisferios
Encienden la luz del cuarto. Ella corre y toma el objeto que está en el centro, pero se le escurre entre sus dedos.
─¿Qué es? ─ temeroso, pregunta desde la puerta.
─Es un sueño líquido que no logro capturar.
─Pero, es sólo una tela azul─ dice, al acercarse.
─No, era mi guitarra muda.
-¿Y qué objeto tiene una guitarra muda?
─El mismo que tiene una tela azul.
Ella vuelve a tomar el objeto que está en el suelo, se queda mirándolo en cuclillas, luego se levanta y parece como si fuera a brincar sobre él.
─¿Y ahora qué?
─Te digo, era un charco de lágrimas que se secó.
─¡Sigo viendo sólo un pedazo de tela!─dice malhumorado. Todo le parece un absurdo.
─¿Escucha como ladra? Es un cachorro que está jugando con un grillo, intenta capturarlo con la boca pero se le escapa.
─Dame tus ojos para poder ver─ dice con voz de mando. Ella sólo se ríe.
─Imagina que puede ser cualquier cosa, ¿qué sería? Vamos, haz un esfuerzo.
Se queda pensativo, toma el objeto en sus manos y se queda mirándolo. Con tristeza dice:
─una tela azul
La habitación se vuelve silencio por minutos.
─¡Cuidado! Se ha convertido en un dragón─ grita, mientras corre despavorida en busca de refugio. ─¡Muévete o te vas a quemar!
Demasiado tarde, el fuego lo alcanzó y, ni siquiera se dio cuenta; para él en esa habitación no había más que un retazo azul.
Por: Alejandra Hoyos González Luna