a

198 West 21th Street, Suite 721
Email: hello@yourdomain.com

Estoy en mi casa, con todos los sobrinos y mi mamá esperando a ir a los juegos; mientras mi hija está en un berrinche incontrolable por no querer quitarse el vestido de la princesa Elsa que le queda grande. Es tanto su enojo, que en un momento me pega. Sin darme cuenta acabe yo enganchada en el enojo, subiendo tono de voz, lo que no ayudó a que terminara el berrinche; sino que lo agravo. Aunque es obvio que no la estaba ayudando a calmarse, en ese momento perdí la paciencia y no supe manejar mi propio enojo. Me acordé de esta anécdota, por la frase de Aristóteles que es con la que me gustaría empezar: “Cualquiera puede ponerse furioso, eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta, eso no es fácil”.

La inteligencia emocional, fue definida como “la capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo” por Peter Salovey y John Mayer; quienes usaron por primera vez el término en 1995.  Coincido con una de mis maestras, Alejandrina Coello, que dice que estamos en el preescolar de las emociones. La educación se ha centrado mucho en el desarrollo de la inteligencia cognitiva, y el aprendizaje de la inteligencia emocional se ha dado más por imitación sin una consciencia de la forma en que expresamos, reprimimos o regulamos nuestras emociones. Hablando por mí, me queda mucho por aprender y otro tanto por desaprender.

La forma en que vivo mis emociones, depende de los aprendizajes que tuve desde muy pequeña en mi familia y la escuela. Mis padres, maestros o cuidadores también aprendieron imitando la manera en que sus padres expresaban las distintas emociones o quizá de forma contraria. Así se sigue de generación en generación. Entonces, ¿qué pasa si hacemos consciencia?, ¿quizá empezaremos a percibir nuestras emociones de manera más honesta? ¿Será posible regular nuestras emociones de manera sana?

Los investigadores Mayer y Salovey entienden la Inteligencia Emocional, como un modelo de habilidades que va desde lo más sencillo a lo más complejo. Éstas son las siguientes:

  1. Percepción, valoración y expresión de la emoción: habilidad para identificar y reconocer tanto los propios sentimientos como los de aquellos que te rodean. Ejemplo: Cuándo percibes que está enojado tu hijo. Percibes su emoción a través de su lenguaje corporal, tono de voz y/o comportamiento.

 

  1. Facilitación emocional del pensamiento: habilidad para tener en cuenta los sentimientos cuando razonamos o solucionamos problemas. Ejemplo: Cuando escuchas música relajante mientras estudias para un examen, ayudando a bajar la ansiedad y aumentar la serenidad y tranquilidad.

 

  1. Comprender y analizar las emociones; empleando el conocimiento emocional: habilidad para desglosar el amplio y complejo repertorio de señales emocionales, etiquetar emociones y reconocer en que categoría se agrupan los sentimientos. Un ejemplo sería reconocer que sientes amor y odio hacia la misma persona, quizá porque le tienes afecto y sientes que te ha lastimado.

 

  1. Regulación reflexiva de las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual: capacidad de manejar nuestro mundo emocional y el de los otros, moderando las emociones displacenteras, intensificando las positivas y aprovechando la información que nos dan. Ejemplo: Sí se está viviendo un duelo lo más probable es sentir tristeza y sí se está acompañando a otro en esa situación, sentir compasión. A través de distintas técnicas de respiración, meditación, oración se puede moderar la intensidad de esa tristeza, sin evadirla o reprimirla.

 

Confieso que estoy enfocada en reconocer con mayor precisión que emoción estoy sintiendo, y en estar más atenta a las señales emocionales que expresan los otros. Es decir, en desarrollar la primera habilidad de Salovey y Mayer: la percepción de las emociones; con la confianza de que poco a poco iré caminando hacia la regulación.  Aunque sé que no es tarea sencilla; la inteligencia emocional se puede desarrollar como cualquier actividad sólo requiere de práctica, constancia y perseverancia. ¿Y a ti cuál de estas cuatro habilidades te gustaría seguir desarrollando?

Vínculo: https://www.youtube.com/watch?v=QBr-jgdvloY

post a comment