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¿Será que el ocio es tan importante como el trabajo? En nuestra cultura, no hacer nada es sinónimo de estar desperdiciando el tiempo; cuando en realidad la oportunidad que se tiene para hacer algo más creativo, viene de permitirse estar en el aburrimiento, en la pausa, en el no hacer. Quizá se puede comparar con la música: dónde los silencios son igual de importantes que los acordes. Eso sí, se vuelve mucho más enriquecedor si al no hacer le agregamos la conciencia plena, es decir estar en el aquí y ahora.

Recuerdo un video de Mujica, en donde hablaba que el tiempo es lo más valioso que tenemos los seres humanos; coincido completamente con eso. Lo mejor que puedo regalarme, y regalarles a los otros es mi tiempo. Y tener un tiempo de no hacer es necesario para poder descubrirme, necesito esos espacios de pausa, de no acción. Creo que uno de mis retos cotidianos es encontrar sentido a lo que hago con mi tiempo, a no sentirme culpable o frustrada por no tener las suficientes horas para lo que quiero hacer. Cómo mamá de una pequeña de casi tres, a veces hay que hacer malabar y medio para lograrlo o, al menos hacer el intento. Hay veces que la casa está patas para arriba y voltea mi hija y me pide que juegue. Cuando me lo permito y me pongo a jugar con ella con toda mi presencia; me conectó con eso que va más allá del transcurrir de los minutos. Entonces, me siento plena, viva y agradecida por ser testigo de cómo va creciendo Elisa.

Para mí, el ocio es la posibilidad de encuentro con uno mismo y con el otro. La semana pasada vi una película, sobre “Eddie The Eagle”, un saltador de esquí que logró llegar a las olimpiadas a pesar de no tener los medios; ni el apoyo de su padre, ni de su país, Gran Bretaña y; de constantes burlas de otros que no lo creían capaz de lograrlo. Empezó como un sueño de niño, después de que le regalaron un libro de records olímpicos. En sus tiempos libres se puso a practicar toda clase de deportes, con la esperanza de lograr un record. Hasta que descubrió que, como saltador de esquí, podía lograrlo. A pesar, de no tener experiencia en ese deporte donde todos inician a temprana edad, logra su pase a las olimpiadas y se vuelve leyenda en el mundo olímpico, no por una medalla de oro sino por perseverar y tomarse en serio ese juego que tuvo de niño.

Cierro con otro recuerdo de mi propia infancia, una tarde en la que estaba en la sala de mi casa, se me ocurrió escribir mi primer poema. Quizá si hubiera estado en una actividad estructurada no habría sido capaz de escuchar esa idea que me daba vueltas en la cabeza y no habría descubierto mi capacidad de crear, de tejer historias.

Sí, el ocio es la puerta para la creatividad; y es cierta la frase que escuché hace tiempo “la música es el más bello disfraz con el que se puede vestir al tiempo, de modo que sea música en vez de tiempo”.  Quizá sólo es cuestión de equilibrar los acordes con los silencios; es decir, los tiempos de hacer y los de no hacer.

Vínculo: a mi post Crecer jugando

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